«Mis hijos no paran de ir a la nevera, ¿qué puedo hacer?»

[ABC.es]

Desde que comenzó el confinamiento, hay familias que están observando cómo sus hijos abren la nevera continuamente en busca de algo que les calme el «hambre». En muchos casos, ese hambre no es tal, es la respuesta a una forma de acabar con el aburrimiento, la desgana, el estrés de estar en casa sin salir…

Fran Sabal, nutricionista y autora de «Nutrición Emocional», apunta que, ante todo, hay que conscientes de que estamos viviendo una situación extraordinaria, que nadie esperaba y para la cual no estábamos preparados. Bajo esta premisa considera fundamental practicar la máxima tolerancia posible con nosotros mismos y nuestro entorno, ya que cada uno lo está haciendo lo mejor que puede.

«Cada uno tiene su historia, sus propias vivencias, experiencias, aprendizajes y cuenta lo que quiere contar, pero todos somos humanos, con lo cual todos tenemos altos y bajos. No estamos en un momento de juzgarnos y castigarnos por actuar de una manera u otra. Mientras más aumentemos nuestra autocompasión y tolerancia, más paciencia tendremos con nuestros hijos».

Explica que para los niños esta situación también es nueva, inesperada y necesitan su tiempo para adaptarse. Para que estén tranquilos y no sientan ansiedad por comer recomienda mostrarles la importancia de tener una rutina diaria con una buena organización. «Si establecemos actividades que los mantengan ocupados, logramos que la comida no esté tan presente durante todo el día. Muchas veces no les enseñamos cómo poder gestionar sus emociones. Como adultos es importante que les ayudemos a ver que la comida no soluciona nuestros problemas y que nuestro cuerpo también necesita descansar, con lo cual no es bueno para él que comamos a todas horas».

También es importante guiarlos para que aprendan a diferenciar si tienen deseos para comer por hambre, aburrimiento, pena, miedo u otra emoción y enseñarles que la comida tiene la función de nutrirnos, pero no de calmar las emociones que nos hacen sentir incómodos.

Por otro lado, es importante nutrir bien a nuestros hijos; es decir, que consuman alimentos ricos en macro y micro nutrientes: proteínas, hidratos de carbono de buena calidad (hidratos integrales), grasas saludables, frutas y verduras, ya que alimentos son los que nutren nuestras células (no los alimentos refinados, procesados y altos en grasas y azúcares), con lo cual la sensación de ansiedad disminuye considerablemente.

¿Es normal que estén todo el día abriendo la nevera? ¿Cómo se puede poner remedio a esta situación?

En una situación extraordinaria nuestro cerebro activa el centro de supervivencia y aumentan nuestros miedos, los cuales pueden generarnos altos niveles de estrés y ansiedad. Esto también lo sienten los niños.

¿Y por qué la comida? Porque es muy sencilla de conseguir y la reacción que produce en nuestro cerebro es similar a la que producen las drogas, debido a la serotonina, un neurotransmisor que contribuye al bienestar y la felicidad. Pero dejarse llevar por esta sensación tan puntual no beneficia nuestra mente ni nuestra salud, puesto que su efecto dura aproximadamente 3 minutos, con lo cual necesitamos comer cada vez más y más seguido para conseguir sentirnos en calma por un periodo de tiempo.

Por lo tanto, para poder evitar caer en la comida es importante que miremos nuestras sensaciones de frente. Lo que resiste, persiste, con lo cual, intentar silenciar nuestras emociones con distractores, como la comida, no es más que una acción a corto plazo.

Toda emoción que surge tiene un sentido y un mensaje para nosotros, por lo que, por mucho que queramos huir de lo que estamos sintiendo, cada vez aparecerán con más fuerza.

Puedes invitar a tus hijos a que observen qué sienten, si realmente sienten hambre o les sucede algo más, que te compartan qué les está pasando y decirles que cuentan contigo, que todo esto va a pasar e incentivarlos a hacer actividades recreativas que les permitan entretenerse y calmar sus miedos a través de ellas.

¿A qué edades empiezan a sufrir el hambre emocional?

El hambre emocional puede aparecer en cualquier momento de nuestra vida, incluso en la infancia. Entre los 6 y los 8 años los niños empiezan a establecer sus patrones de conducta los cuales aprenden de su entorno, sobre todo de las personas más cercanas, como los padres. Es muy probable que, si los padres son comedores emocionales; es decir, que utilizan la comida para calmar sus emociones, el niño inconscientemente lo aprende y replica.

Por eso, es importante que como padres entendamos que aprender a gestionar nuestras emociones es fundamental para poder enseñarles a nuestros hijos, ya que ellos aprenden mucho más de lo que hacemos que de lo que decimos.

He comprado comida que no es muy sana (chocolate, galletas, pizza…) para que dentro de esta situación de confinamiento tengan sus momentos de satisfacción y alegría. ¿Hago bien?

La comida es simplemente una vía de satisfacción muy a corto plazo, y si le sumamos que es comida procesada, refinada, alta en grasas, azúcares y calorías, les estaremos generando problemas de salud y malos hábitos.

Quizás podrías preguntar a tus hijos qué les gustaría hacer contigo, qué actividades se les ocurre e, incluso, podrías invitarlos a cocinar todos juntos, que en lugar de comprar una pizza la preparen ellos mismos, a base de harina integral e ingredientes saludables; que, en vez de comprar un chocolate alto en azúcares, preparen un delicioso postre con chocolate saludable; que, en vez de una hamburguesa comprada y procesada, preparen sus propias hamburguesas, entre muchas otras ideas.

Tenemos la suerte de tener acceso a muchas recetas saludables, simplemente buscando en google o en tus redes sociales las vas a encontrar. De esta manera, además de compartir tiempo juntos, puedes enseñar a tus hijos que la comida saludable puede ser deliciosa y que siempre existen maneras de reemplazar platos nocivos para su salud, por preparaciones muy nutritivas y deliciosas. ¡Y qué mejor que cocinar en familia!

Si ha empezado ahora a comer por impulso y de manera emocional, ¿seguirá igual cuando todo el estrés del coronavirus pase?

No necesariamente. Quizás tu hijo nunca había vivido una situación tan extraordinaria como esta y como la comida es la «droga» que los niños tienen más a mano, es normal que la busquen para poder escapar de lo que están sintiendo, ya que no saben cómo gestionarlo y es nuevo para ellos.

Además, si nuestros hijos nos ven angustiados y ansiosos, aunque no sea nuestra intención, esas emociones se traspasan. Lo que estamos viviendo puede ser una excelente oportunidad para comenzar a buscar herramientas que nos ayuden a gestionar nuestras emociones y así poder enseñarles a nuestros hijos.

Sé que no es fácil decirlo, y menos aceptarlo, pero en gran medida los niños son el reflejo de los padres, por lo que todo aquello que vemos en nuestros hijos que creemos que deben mejorar, es importante mirarlo en nosotros mismos, ser sinceros y comprometernos a mejorar. De esta manera les estaremos ayudando realmente, tanto a ellos como a nosotros mismos.

Creo que mientras antes comencemos a trabajar en conocernos y entender nuestras emociones será mucho mejor, ya que, si hoy los niños están acudiendo a la comida, podemos enseñarles distintas formas de abordar sus emociones y así no necesitarán repetir este comportamiento cada vez que sientan estrés.

Una forma muy entretenida de comenzar es ver con ellos películas que hablen de gestión emocional de manera sencilla, como por ejemplo «Del revés», de esta manera los niños podrán comenzar a reconocer las emociones y después les será más fácil expresar lo que sienten. De hecho, si los observas inquietos, puedes preguntarles si se sienten como algún personaje de la película y así indagar en sus emociones.

También es importante cultivar actividades que nos ayuden a calmar nuestra mente. Existen numerosos cursos y vídeos, muchos de ellos gratis, de mindfulness, yoga, mandalas para niños, entre otros, para invertir tiempo de nuestro día y realizar en conjunto con ellos este tipo de actividades. Puede ser una excelente estrategia que, sin duda, ayudará a toda la familia.

Laura Peraita

Fotografía : Unsplash

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