«Tengo más archivos en mi poder de pornografía infantil en TikTok de lo que me gustaría»

[ABC.es]

Silvestre Del Río Valero, policía especializado en menores y responsable de «Educando Proteges», ha lanzado la campaña bajo el hashtag #ÚneteALaResistencia-12No

«Llevo casi 20 años ejerciendo como policía. El verano pasado no pude hacer el mapa de población juvenil, en el que siempre analizamos las zonas en las que se reunen los grupos de chavales, porque no había grupos en la calle. Los jóvenes se relacionan a través de la pantalla. Y los padres están en la inopia». Así de claro y sincero es Silvestre Del Río Valero, policía especializado en menores en Palma de Mallorca. Él, junto a Joan Sans, es el responsable de « Educando Proteges», una plataforma que, entre otros asuntos, vela por educar a padres y menores en el buen uso de las nuevas tecnologías. Así, de cara a las próximas navidades, han lanzado #ÚneteALaResistencia-12No, una campaña que persigue que los Reyes Magos no regalen un móvil a los niños menores de 12 años.

«Esta campaña la hemos lanzado porque cuando doy los talleres para padres sobre el buen uso de la tecnología y les explico los problemas que veo cada día en el trabajo por el mal uso del móvil, se sorprenden. No saben ni la mitad de las cosas que hacen sus hijos con el teléfono», asegura a este diario. En España, según el INE, un 66% de los menores de entre 10 y 15 años tiene «smartphone», un porcentaje que se eleva al 84% en el caso de menores de 13. Además, un reciente estudio de la compañía Xplora asegura que es a los 9 años la edad media cuando los menores piden tener su primer móvil.

Los padres, explica Del Río, tienen sus razones para justificar dicho acceso temprano. «Suelen alegar que necesitan estar en contacto con el pequeño por diferentes situaciones personales (coge el autobús, vive lejos, estoy separado…) pero el argumento más usado y con diferencia es que, sino le dan un teléfono a su hijo, se convierte en el raro de la clase, en un excluido social».

El agente, muy claro y directo en sus mensajes, no compra dicho argumento. «Cuando me dicen eso, suelo ser bastante duro», asegura. «Yo prefiero que mi hijo sea un excluido social a un abusado sexual», les responde. Es entonces cuando los padres se sorprenden. No entienden nada.

Acompañar al menor

Los hijos han nacido en una época completamente diferente a la de sus padres. Son más que nativos digitales y, mantenerles al margen de las nuevas tecnologías, es imposible. Pero también indeseable. Lo que necesitan los menores es de una introducción progresiva al mundo virtual, de acuerdo a sus necesidades, madurez, y siempre acompañados de sus progenitores, quienes tienen que velar porque su hijo haga un buen uso de las tecnologías.

«Los estamos dejando colgados y, encima, nos enfadamos con ellos cuando hacen algo mal», recuerda el experto, acostumbrado a tratar este tipo de asuntos día a día porque lo común es un hacer mal uso continuado y permanente. «Los padres no entienden que por el hecho de no excluirlos exponen a los hijos a un montón de peligros», asegura. «Todos nos llevamos las manos a la cabeza en 2018 con el reto del viral Momo en Youtube, pero ningún padre o madre se escandalizó de que nadie supervisaba la actividad de sus hijos en sus tabletas», subraya.

La culpa no es de los niños. «Soy muy duro con los padres», reconoce este agente porque, al fin y al cabo, es responsabilidad de los padres saber que su pequeño usa TikTok, una polémica aplicación que enloquece a los menores. «La edad de quienes usan esta ‘app’ está entre los 7 a 16 años. Es una red muy peligrosa que usan las niñas y sus padres ni lo saben», advierte. De hecho, muchos progenitores se sorprenden cuando se enteran de lo que realmente hacen sus hijos en la Red. «Trabajo cada día con ellos. Si los progenitores vieran las imágenes inapropiadas que comparten niñas de 7-8 años en TikTok, se echarían las manos a la cabeza», asegura.

Y es que la mayoría de los padres y madres no controlan las redes sociales o aplicaciones en las que se mueven sus hijos y desconocen en realidad si tienen cuenta en TikTok, Instagram o WhatsApp, mientras comparten a diestro y siniestro la difusión de imágenes de otros menores a pesar de que la ley lo impide, algo que ningún miembro de la familia entiende.

Malas prácticas

«Los padres les dan el móvil y punto. Les dejan aprender solos. Sin embargo, son incapaces de dejarles solos en la calle o les enseñan que no hay que hablar con desconocidos. Si en esos aspectos, padres e hijos van de la mano, ¿por qué les dejamos un móvil con 3 años y les dejamos que aprendan solos?». Todo ello, según el experto, contribuye a que el «bullying» (acoso), el «sexting» (cuando se comparten contenidos de tipo sexual) o el «grooming» (cuando un adulto asegura ser un menor para contactar con otros niños) se hayan disparado en dos años.

«Llegan las consecuencias -que puede llegar a ser muy graves- y es cuando los progenitores se enteran del verdadero uso que su hijo o hija hace de internet», advierte Del Río. Es decir, cuando el policía de menores llama a los padres para informarles que una foto íntima de su hija está circulando por todos los grupos de WhatsApp del colegio porque su exnovio la ha difundido, ya es tarde. De ahí la necesidad de educar de manera urgente a padres e hijos. «Ese tipo de casos los veo cada día», asegura el agente, «y los padres no se enteran». De hecho, alerta que el «sexting» se ha normalizado entre los jóvenes. «Tenemos la falsa sensación de seguridad de que dejar a un menor de 12 años en su habitación con la tableta es más seguro que dejarlo en el parque. Y no es así», insiste el experto.

«Los padres les dan el móvil y punto. Les dejan aprender solos. Sin embargo, son incapaces de dejarles solos en la calle o les enseñan que no hay que hablar con desconocidos. Si en esos aspectos, padres e hijos van de la mano, ¿por qué les dejamos solos con un móvil a los 3 años?»

Aunque la campaña de «Educando Proteges» se centra en los menores de 12 años, realmente no existe una edad concreta sobre cuándo darle al hijo su primer móvil en propiedad. «Depende de muchos factores y cada caso es un mundo», recuerda el experto, que insiste en que los padres tienen que acompañar y supervisar al menor en una introducción progresiva en las nuevas tecnología.

Para ello, los adultos deben ponerse las pilas y formarse en dicho ámbito. «Los progenitores hacemos lo imposible por llevar a nuestros hijos al fútbol, pádel, tenis o lo que sea. Pero luego no tenemos tiempo para ir a algún taller formativo sobre este asunto una o dos veces al año», recuerda. Ese esfuerzo va a evitar otro tipo de visitas a policías, médicos o juzgados. La formación es, por tanto, fundamental. Pero también predicar con el ejemplo: «A los chavales les molesta de sus padres el ‘phubbing’ (la práctica de ignorar a alguien cuando estás con el teléfono)»

Fuera excusas

«Y no vale con: ‘es que no sabemos’», advierte Del Río, acostumbrado a dicha excusa. Los niños son esponjas y saben cómo utilizar una red social en cinco minutos. En general los padres tardan más tiempo. «Pero tienen que invertirlo», insiste «porque en ello va que eduquen a su hija: para evitar que un pedófilo pueda contactar con ella. Y eso compensa la vida de todos los padres». La dejadez, por tanto, no es excusa.

La inmediatez y viralidad que ofrecen las nuevas tecnologías es algo que ha cautivado a las nuevas generaciones. Por ello, el acoso escolar no termina en el recreo. Urge educar de manera diferente. Y también porque la sociedad ha cambiado.

«Ellos viven una vida muy diferente a la nuestra», recuerda el experto. «Viven en la sociedad del ‘like’ y son capaces de admitir a 100 desconocidos en su cuenta personal de una red social con tal de obtener más ‘Me Gusta’», explica. Así, son capaces de poner en peligro sus vidas por grabar y difundir retos, de compartir fotos eróticas o de contactar con desconocidos.

«Los padres tienen que invertir tiempo en formarse porque en ello va que eduquen a su hija: para evitar que un pedófilo pueda contactar con ella. Y eso compensa»

TikTok e Instagram son, indica Del Río, las redes sociales que conquistan a los menores. «La primera con un auge brutal porque incluso la usan niñas de 6 y 7 años. Tengo más archivos en mi poder de pornografía infantil en TikTok de lo que me gustaría. La seguridad falla bastante», asegura. «Y los padres no saben lo peligroso que es».

El experto añade, además, que en los dos últimos años está teniendo muchos casos de violencia ascendente: chicos y chicas que pegan a sus padres. «No está directamente relacionado con esto pero ¿qué pasa cuando les quitas el móvil o la consola?», plantea. «Quítale a un drogadicto la heroína. ¿Cómo va a reaccionar?. ‘El móvil es mi vía’, dicen los chavales. Por ello, en ‘Educando Protege’ trabajo en la prevención».

Ana I. Martínez

Fotografía: Unsplash

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