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España es el noveno país que más videojuegos consume en el mundo, y el cuarto a nivel europeo. El 39% de los adultos españoles, de hecho, juega habitualmente a ellos. La industria que se desarrolla alrededor de este sector tiene más de 400 empresas. Con estos datos, resulta lógico que los padres se preocupen por el uso que sus hijos hacen de las nuevas tecnologías relacionadas con el ocio, por sus problemas y necesidades. Pero, más allá de los mitos que rodean al sector, los expertos coinciden en los beneficios que pueden aportar, tanto a niños como a sus familias.
«Es un sector que tiene mucha demanda también porque genera casi todos los temas de conversación de los que hablan los jóvenes, es una forma más de comunicación entre ellos», contó recientemente Elena Morán, psicóloga e investigadora especialista en Neurodesarrollo, en el coloquio «El uso responsable de los videojuegos», bajo el paraguas de la exposición Game On de la fundación Canal. Esta experta derriba con su testimonio aquellos falsos mitos que reducen los videojuegos a casi pura alienación: «Los videojuegos en familia ayudan a los hijos, les enseña a controlar dentro de sus límites, y es una opción de ocio más», añade.
En el caso de Morán, ha trabajo e investigado distintas patologías presentes en los niños a través del videojuego, y destaca el beneficio exponencial conseguido con respecto a lo que se podía hacer, por ejemplo, para trabajar la dislexia o la organización especial, así como problemas de equilibrio con consolas como la Nintendo. «He visto a niños recién operados de tumor cerebral que hacían locuras con la Wii solo para conseguir crearse su icono», contó. «Tratados de esta manera puede tener consecuencias muy positivas». Gamificar contenidos es, en este sentido, «jugar porque se aprende así de manera más fácil. Reduce el dolor de los niños hospitalizados, rompe los muros del hospital y puede llevarlos a otros mundos», añadió Arantxa Bartolomé Tutor, subdirectora general de Infancia y Adolescencia de la Comunidad de Madrid.
En este sentido, José María Moreno, presidente de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), añadió que «no todos los videojuegos sirven para todo, por eso son los padres los que deben jugar con sus hijos, para que los conozcan y decidan a cuáles les dejan jugar o no». Dentro del proyecto «The good gamer», lanzado por la AEVI, su presidente destacó que «son los padres los que tienen que educar en todos los aspectos de la vida a sus hijos», por lo que deberían, de la misma manera, perder el miedo a los videojuegos. Uno de los diez tips en que se basa la campaña es que los padres conozcan que cada juego se vende acompañado de una calificación por edad, que puede guiarlos a la hora de decidir si permiten a su hijos adquirirlo.
Otro de los consejos que puede resultar llamativo a los padres es que los expertos recomiendan felicitar a sus hijos por sus logros en cada videojuego. «Si lo hacemos al igual un puzle, ¿por qué no íbamos a hacerlo también al pasarse un videojuego? Si se ha tenido que esforzar para conseguirlo», se preguntó Moreno. Pero, para eso «es imprescindible que los padres conozcan qué están haciendo sus hijos», argumentó. «Hay mucho desconocimiento de los tipos de videojuegos también», le añadió Morán. Sin embargo, esta tendencia ya va cambiando a la par que quienes han tenido videoconsolas de pequeños son ahora padres. «Lo tienen más fácil si ya sabes del tema y lo que te interesa».
Respecto a las adicciones, el gran temor que parece siempre rodear a los videojuegos, Morán fue tajante: «El que se vuelve adicto es porque tiene alguna carencia». Planteó estas plataformas como un reto más, porque «depende del carácter del niño seguir jugando o que abandonen, y los piques entre ellos hacen que los niños se motiven». Lo ideal, argumentó, sería que los adolescentes se «autorregularan», pero, si no es el caso, su consejo una vez traspasado el límite diario de juegos, sería dejarle terminar la partida, avisarle 15 minutos antes o, en definitiva, que haya diálogo. Moreno añadió que «si la partida dura 40 minutos, cortársela a los 30, es, directamente fastidiarlo». En cada familia, recomiendan buscar el equilibrio, ya que lo que funciona para una no necesariamente lo hace en otras.
Uno de los problemas de esas adicciones es que, durante mucho tiempo, los padres han utilizado los videojuegos «para que sus hijos les dejen tranquilos», contó Morán. Las señales de alerta respecto a la temida adicción de las que advierte esta experta tienen que ver con que consume más tiempo del habitual jugando, el menor deja de querer estar con sus amigos, le afecta el sueño…. Sin embargo, «no todos estos comportamientos tendrían por qué responder a una adicción. En palabras de la experta, el primer cambio necesario (y observable) en el niño, es que pasa demasiado tiempo con la videoconsola, por lo que sus padres deberían tenerle vigilado.
Nieves Mira
Fotografía: Unsplash