Ángel Peralbo es psicólogo, docente y escritor. En su cuarto libro sobre una etapa complicada, emplaza a los padres de la próxima generación a adelantarse en el uso de las tecnologías para saber dosificar las normas de su uso
Olvidar expresiones como «no vas por buen camino», «por ahí no lo vas a conseguir» y adoptar otras como «puedes hacerlo», «merece la pena que lo intentes». El valor de la «profecía» para padres que propone Ángel Peralbo,director del Área de Adolescentes y Jóvenes del Centro de Psicología Álava Reyes, en la página 97 de su cuarto libro se antoja casi una quimera. «Tu hijo no es tu enemigo» (Ed. La Esfera de los Libros) destina el 100% de sus energías a aplacar «el miedo y la ira» con que los padres educan a sus hijos en una edad muy complicada y a hacerlo con coraje para conseguir una relación sana y positiva.
Peralbo intercala, entre un recetario de postulados implacables para padres faltos de tiempo y necesitados de resolución, casos como el de Chelo. Sus padres acabaron reconociendo en terapia que temían que su hija dejara de estudiar, de hacer deporte y ser fantástica. Con tanta exigencia obtuvieron justo lo contrario (página 50). Héctor, en cambio (pág. 90), tenía capacidades por debajo del límite común. Sus progenitores no entendían por qué dedicaba tanto esfuerzo a algo de lo que no obtenía réditos. Cuando rebajaron ese nivel de tensión que estaban alimentando, Héctor soltó lastre y pudo avanzar. Partía de posiciones más atrás, pero sacudió la presión de sus progenitores y, siendo consciente de sus capacidades mermadas, también llegó.
¿Si un hijo adolescente no es tu enemigo, axioma del que parte, qué es?
Explícitamente no es tu enemigo.La realidad es que sus comportamientos en el día a día son propios de una guerra. Los padres están posicionados en que sus hijos son lo peor, este es el estado emocional que más subyace.
Entonces, ¿de quién es la culpa de la falta de entendimiento mutua?
Borraría la palabra «culpa» porque no representa la realidad. Hablemos de responsabilidad, y es recíproca. Los padres entran en una dinámica disfuncional: no se dan cuenta de las malas caras que ponen ante ciertas actitudes o propuestas, no colaboran con el lenguaje… Si preguntas a un padre, dice que su hijo «se lo gana a pulso», porque no son capaces de autorregularse. Claro que los chavales suelen dar su peor versión dentro de casa. La responsabilidad la pondría en un sistema educativo que parte de una metodología heredada y que no saca a flote emociones positivas, como el incremento de la afectividad.
¿Y cómo se saca a flote?
Cuando llega la adolescencia, se debe adoptar un estilo educativo distinto: darles flexibilidad, acomodarse a la nueva edad, veremos que siendo más persuasivos funciona mejor; con un modelo facilitador, no siendo tan «directivos». El método informativo no cala. Nos quejamos de que no nos cuentan, de que los chavales tienen tendencia al aislamiento, pero al mismo tiempo tienen mucha necesidad de comunicarse. Tenemos que observar su comunicación no verbal, es muy expresiva. Hay que verlos en otra dimesión más madura. Tienen actitudes inmaduras, de confrontación con el adulto, pero, con cierta resistencia, hay que crear entendimiento.
Consejo para padres principiantes: mejor no mostrar miedo. Consejo para experimentados: mejor regularlo. Los da usted. ¿El miedo es el enemigo?
Con el inicio de las relaciones, las drogas… hay cuestiones delicadas y no se trata de no tener miedo, sino de regularlo. También va a surgir el enfado y hay que detectarlo, no dejar que lidere el proceso de comunicación. Hay que fomentar el afecto. Me encuentro con muchos adolescentes que no tienen suficiente afecto. Por falta de tiempo, sus padres no han sido todo lo cariñosos que tienen que ser.
Siempre falta tiempo, pero falta…
La disyuntiva es la de cantidad o calidad. La clave es estar disponible. Que sepan que estás cuando quieren hablar. Los «peques» tienen disponibilidad total. Ese registro cambia y si el padre no es capaz de reconducir el miedo, es difícil poner en marcha esta etapa. Hay que cambiar de plano, apartar la ira y ver otra dimensión de la educación: educando con las emociones básicas te meterás en esa guerra.
Ha mentado los riesgos (drogas, sexo, adicciones). ¿Cómo se encaran?
Siguen estando los viejos y los nuevos, como los videojuegos y el móvil. Multiplicados por mil. Es importante que los padres no nos llevemos las manos a la cabeza, pero las nuevas tecnologías han alejado el control paterno. Ellos han empezado desde Infantil a fortalecerse y ha derivado en psicopatologías. Están generando grandes problemas en las familias y le voy a decir una cosa: hemos llegado tarde. Nos ha guiado el miedo también y es un mal indicador, porque nos deberíamos haber adelantado para saber qué ponemos en sus manos. Saben más que nosotros y tendríamos que haberles ido dosificando.
Dé esperanza, ¿cuándo se acaba?
La esperanza es que se acaba en todos los casos, pero se prolonga hasta los veintitantos, mientras vivan en casa.
¿Ayuda la emancipación temprana?
Los chavales en casa se van viniendo abajo, ocupan el rol de niño y el proceso de adolescencia se prolonga, siempre tienen a alguien detrás. No acordamos la edad a la que termina, pero el exceso de protección no les beneficia. Deben ser autónomos y vivir las experiencias con todos los tropiezos.
Érika Montañés
Fotografía: Unsplash