La educación de los jóvenes empieza fuera de la web

[Almudi.org] Hace algún tiempo, en un reality show de televisión, se presentó un chico que era stripper. Por su forma de bromear con el presentador y por su forma de complacerse con el aprecio del público, se veía consciente de tener un cuerpo hermoso, sabía que era admirado por su apariencia física y esto le enorgullecía visiblemente. Al verlo tan satisfecho, recuerdo haber pensado: “¿Por qué este chico está feliz de atraer diez, cien o tal vez mil miradas maliciosas, cuando, para ser feliz, basta la de una sola persona, pero que nos mira con amor?”

Esa noche reflexioné sobre el hecho de que el cuerpo no es solo un “envoltorio”, que se puede frotar, rasgar, tirar como papel de regalo preservando lo que contiene, no es algo “externo a nosotros”: con él existimos en el mundo, nos relacionamos y elegimos “cómo entregarnos a los demás”. Podemos tirarlo, como algo que no cuenta, o donarlo conscientemente, respetando nuestra dignidad.

Para que los jóvenes crezcan conscientes de que su cuerpo no es un “accesorio” y tiene un valor inestimable, es necesario un trabajo educativo serio por parte de los padres. Desempeñan un papel fundamental al hacer comprender a los jóvenes que es importante proteger su intimidad y deben evitar entregarse como pura mercancía de intercambio.

Corresponde principalmente a los padres enseñar el valor y los límites de la auténtica relación y advertir contra el peligro de mostrar a cualquier persona, sin criterio, su vida privada.

Internet, en estos aspectos, plantea muchos desafíos: con la red, el riesgo de “venderse” o exhibirse como en un escaparate es más concreto que nunca. Y, sin embargo, la misión educativa empieza fuera de la web.

A continuación, algunos consejos para ayudar a los padres a enseñar a los hijos el respeto de la intimidad, el sentido del pudor y la diferencia entre público y privado, ya sea que estén desconectados o en línea.

1) La “vida online” de sus hijos les concierne

Los chicos son muy hábiles en el uso de nuevas tecnologías y, no pocas veces, son ellos quienes enseñan a sus padres o abuelos a usar teléfonos móviles, tabletas, PC o cualquier aparato que entra en nuestros hogares.

A menudo, por lo tanto, como se señala en el artículo Protege tu intimidad en la red: cómo enseñar a los niños qué es lo público y lo privado , los grandes tienden a no considerarse particularmente responsables de una “educación a los medios”, creyendo tener poco que decir a los jóvenes sobre este ámbito.

Sin embargo, los aspectos educativos relacionados con el comportamiento de los adolescentes en Internet son vuestra responsabilidad: os corresponde principalmente a vosotros enseñar el respeto por la intimidad, transmitir el sentido del pudor, ayudar a reconocer la diferencia entre público, privado e íntimo también en la web.

2) Recordad cómo erais vosotros a su edad y confiad también en vuestros errores

Todos los padres han sido niños y adolescentes. La rebelión hacia los mayores y las reglas, por lo tanto, típicas de la edad juvenil, probablemente también os afectaron a vosotros que ahora estáis tratando de guiar a vuestros hijos.

Por esta razón, puede ser útil recordar lo que sentisteis, qué os ayudaba a reflexionar y lo que sin embargo os cerraba más. Intentad poneros en el lugar de vuestros hijos −tratando de comprender lo que sienten y lo que piensan− en lugar de “imponer desde arriba” una visión adulta. Esta puede ser una buena manera de ayudarles a crecer.

En cuanto a Internet, se podría pensar que, puesto que no conocisteis ese instrumento cuando teníais su edad, no podéis comprender lo que están experimentando. Sin embargo, recordad que Internet es una “plaza”, que amplifica los comportamientos o tendencias que los adolescentes también tendrían fuera de la red.

Recordad, por lo tanto, que es en la psique y en los comportamientos de vuestros hijos que estáis llamados a intervenir con consejos educativos.

Probablemente, a la edad de vuestros hijos cometisteis errores de los que os habéis arrepentido, también respecto a vuestro cuerpo e intimidad. Contad, con prudencia y delicadeza, a vuestros hijos de los errores cometidos en juventud, expresad vuestra vergüenza y vuestro arrepentimiento: el testimonio que dais cuenta mucho más, a sus ojos, que un juicio o una imposición.

Dar confianza a un niño, contando algo íntimo sobre vuestro pasado, le ayudará a su vez a confiar en vosotros.

Como explica muy bien el artículo Educar en el pudor (1): Los años de la niñez, la confianza se gana, no se impone.

3) No tengáis miedo de hablar claramente con vuestros hijos

Una educación auténtica a los medios comienza por la educación de la persona que los usa. Esto también deben tenerlo en cuenta los padres que desean educar a los niños en el respeto de su cuerpo en la red.

Si bien es cierto que Internet es una herramienta muy poderosa, que amplifica los fenómenos positivos y negativos, también es cierto que la red no existiría si no hubiera personas conectadas entre sí.

Cuando pensamos que Internet “causa daños”, recordemos que es nuestro comportamiento lo que hace la diferencia.

Por ejemplo, antes de enseñarles a las chicas que es irrespetuoso hacia sí mismas publicar fotos en las que están poco vestidas, es bueno explicarles por qué no es digno usar ese tipo de ropa.

No tengáis miedo de decir a vuestros hijos que “desnudándose” delante de todos (en la red o en los lugares que frecuentan) solo atraerán miradas maliciosas de gente a quien no interesa la belleza que tienen dentro (léase la segunda entrega del artículo anteriormente citado Educar en el pudor (2): La infancia y la adolescencia).

Cuando los hijos llegan a la edad adolescente, a menudo, los padres están más inhibidos que los chicos en el afrontar temas como la sexualidad y el sentido del pudor. Y, sin embargo, los jóvenes necesitan una guía que les ayude a interpretar tantos mensajes que reciben.

El padre deberá estar preparado a un aparente rechazo, cuando propondrá mensajes que contrasten con el ambiente que les rodea: el hijo parecerá que no escucha; sin embargo, en la mayor parte de los casos, las palabras de los padres serán las que excavarán los surcos más profundos de su alma.

4) Explicad que es bonito, a veces, ir contracorriente… tanto en la vida como en la web

Si hay algo que asusta a un adolescente es ser diferente, en el aspecto y en los comportamientos, de los coetáneos.

Necesita la aprobación de la manada, para tener seguridad. Mientras que la soledad y el aislamiento son sus mayores temores.

Esta etapa de la vida debe ser entendida por el padre, que no puede esperar que el niño se convierta en un adulto en un día. Al mismo tiempo, sin embargo, las madres y los padres pueden y deben guiar a sus hijos hacia la madurez y mostrar, dando ejemplo ellos mismos, que ir en contra de la corriente a veces es mucho mejor que seguir a la masa.

Ofreced a vuestros hijos esta opción, tratad de hacerles entender que vivir como originales es mucho mejor que actuar como fotocopias: explicadles que razonar con su propia cabeza y seguir los valores les devolverá mucho más, a largo plazo, que uniformarse en todo y por todo a lo que hacen los compañeros.

Esto vale en todos los campos y también para lo que hacen en Internet: es necesario explicar a los hijos que publicar frases o dibujos vulgares, utilizar un lenguaje grosero, publicar fotos en poses poco decorosas solo “porque lo hacen los demás” no les dará ninguna ventaja, mientras que respetarse a sí mismos y hacer las cosas con convicción será mucho más fructífero y pleno.

5) Explicar que la desnudez es sinónimo de vulnerabilidad: es necesaria una relación de confianza para hacer confidencias

Internet borra la frontera entre lo público y lo privado, y los adolescentes pueden verse tentados a no preservar su intimidad, mostrar en la plaza hechos que deberían permanecer privados o que deberían compartirse solo con un círculo pequeño de personas.

La tarea de los padres, entonces, será recordar que mostrar a cualquiera los propios sentimientos, los propios sufrimientos, los propios éxitos y fracasos puede otorgar poder sobre ellos a personas que no deberían tenerlo.

La desnudez implica vulnerabilidad; por lo tanto, antes de confiar cosas íntimas a alguien, es necesario establecer una relación de confianza que solo puede crearse de tú a tú.

Compartir en la web es algo que tiene su raíz en la relacionalidad humana y, dentro de ciertos límites, es saludable.

Sin embargo, es necesario explicar que los hechos más personales se deben compartir con precaución, dentro y fuera de la red.

¿Y vosotros lectores tenéis algún consejo más para ofrecer? ¿Queréis aportar vuestra experiencia sobre este argumento? Podéis hacerlo dejando un comentario.

Cecilia Galatolo