Carta a una adolescente

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No es una charla, no es una amonestación, es una reflexión que me gustaría que hicieses.

Te enviaré esta carta a tu WhatsApp, tal vez la publique en Facebook o la cuelgue en YouTube para que la leas. De no ser así no creo que llegues a leerla y mucho menos a meditarla.

No es una charla, no es una amonestación, es una reflexión que me gustaría que hicieses. Yo he sido adolescente y algo rebelde, por cierto. No me gustaba hacer lo que todos hacían. Tus padres han superado esa etapa y a veces se olvidan de que ellos eran inseguros, inconformistas y reivindicativos. Ahora somos adultos y no nos acordamos porque ya hace mucho, mucho tiempo que pasamos ese momento.

Ya empiezas a ver que las responsabilidades se aproximan, afróntalas lo mejor que sepas, sin escatimar esfuerzos. Tu cuerpo está cambiando, tienes sensaciones y sentimientos que antes no tenías, ha llegado el momento de ser adulto, tarea difícil, pero si quieres, puede ser muy productiva. Tus padres no te comprenden, eso piensas, la verdad es que ellos se enfrentan por primera vez al cambio que experimentan sus hijos, y nadie les ha dado unas clases prácticas de cómo realizar esa tarea con éxito. Ellos lo hacen lo mejor que saben, no los juzgues. Te quieren y desean lo mejor para ti. Algún día serás tú el que lo tengas que hacer con tus hijos. Tal vez pienses que no es tu caso pues tener hijos es una responsabilidad enorme. No te voy a engañar, lo es, pero vale la pena.

Diviértete, es el momento, pero no sobrepases los límites, en caso contrario te aburrirás, sufrirás y tendrás problemas. No malgastes el dinero en caprichos caros imitando a los que tienen unas deportivas de marca o un móvil de última generación, invierte en tu formación personal, eso no pasa de moda.

Aléjate de las personas que no te aporten valores y honestidad. Sé generoso, ten siempre a punto una palabra amable y valora lo que hacen por ti. No mandes si antes no sabes obedecer y ayudar. No tengas envidia ni te fijes en el éxito pasajero, en la fama efímera y el dinero fácil. Imita a los que se esfuerzan y son constantes, el éxito lo obtienen a largo plazo aunque no obtengan la fama.

Domina tu mal genio, tu frustración y perdona… No somos perfectos. No seas débil pero tampoco prepotente.

¿Habías pensado todo esto alguna vez? Pon en práctica estos consejos, te irá bien si los sigues. Aprovecha el momento, cuando te quieras dar cuenta habrá pasado. No lo desperdicies con enfados y rabietas. Haz felices a los demás y encontrarás tu propia felicidad.

Confía en Jesús, comulga frecuentemente y sigue sus enseñanzas. No te avergüences de ser su amigo, Él te lo recompensará con creces.

María Luisa Martínez Robles 

Fotografía: Hey Sigmund

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