Azúcar en bebés, niños y adolescentes: todo lo que debes saber

[ABC.es]

¿Qué es el azúcar? ¿Cuánta puede tomar mi hijo? ¿Qué consecuencias tiene su consumo? ¿Qué productos tienen azúcar? ¿Se le altera el sentido del gusto? Estas son solo algunas de las preguntas que se plantean los progenitores a medida que sus hijos crecen. Y es que una vez que se acaba con la lactancia materna o leche de fórmula y el pequeño empieza a experimentar el mundo de los diferentes sabores y texturas, el pequeño y la familia empiezan una nueva etapa cargada de dudas.

Para entender todo lo que rodea al azúcar, lo primero que los progenitores deben de saber es que España tiene un problema real de obesidad infantil: el 34,9% de los menores presenta sobrepeso y, además, el 63,6% de niños y adolescentes incumple las recomendaciones sobre actividad física de la OMS. ¿El resultado? Niños cada vez más gordos. Una situación calificada de « epidemia» por la OMS ante la que urge hacer algo.

Es, en este contexto, bajo el que debe entenderse que controlar la ingesta de azúcar en la dieta del niño es fundamental para su salud. Por esta razón, padres y madres deben entender, en primer lugar, qué es el azúcar, tal y como explica la nueva guía elaborada por el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN).

Las familias deben saber diferenciar entre el azúcar naturalmente presente en los alimentos (frutas, hortalizas y algunos granos, así como en forma de lactosa en la leche y los productos lácteos y del que no hay evidencia de que tenga efectos adversos para la salud) del azúcar libre.

Azúcar libre: la clave

Según la OMS, los azúcares libres «incluyen los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los zumos de fruta y los concentrados de zumos de fruta».

La ingesta actual de azúcar es excesiva. Tal y como señala el Comité de Nutrición de ESPGHAN, «en las últimas décadas, el consumo de bebidas azucaradas (bebidas que contienen edulcorantes calóricos añadidos, como la sacarosa, el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, los concentrados de jugo de frutas) ha aumentado dramáticamente en niños y adultos». En este sentido es fundamental que los padres y madres sepan que los alimentos o bebidas etiquetados sin azúcar añadido y/o azúcares naturales, «pueden contener azúcar libre, por ejemplo, cuando contengan miel, zumo de fruta o zumo de fruta concentrado». Por eso es fundamental saber leer las etiquetas.

Cabe recordar que, según la normativa europea, «no es obligatorio indicar el azúcar libre en el etiquetado, por lo que las etiquetas de los alimentos pueden no reflejar que contienen azúcar libre», recuerda el Comité. En este caso, hablamos de alimentos elaborados a base de cereales, alimentos infantiles para bebés y niños así como zumos de frutas que contienen azúcar libre.

El sobrepeso y la obesidad no es la única consecuencia de un excesivo consumo de azúcar libre, sino que también se asocia a enfermedades cardiovasculares y diabetes Tipo 2, molestias gastrointestinales o caries. También influye en el desarrollo del gusto del menor.

«La elección y preferencias de los alimentos no sólo están influenciadas por la genética sino también por la disponibilidad de alimentos y por las influencias culturales y de los padres», recuerda la entidad. «La aceptación de los sabores básicos durante el periodo de alimentación complementaria -continua- puede ser diferente en niños amamantados que en los alimentados con fórmula. Estos últimos están expuestos a un sabor constante donde predomina el sabor dulce. La leche materna también tiene un sabor dulce, pero además expone al bebé a diferentes sabores y aromas, dependiendo de la nutrición de la madre».

Cambios en la alimentación

No hay que olvidar que los menores «tienen la capacidad de aprender las preferencias de los alimentos que tienen a su disposición». Por ello, «los bebés alimentados habitualmente por sus padres con agua azucarada muestran una mayor preferencia por el agua azucarada al menos hasta los 10 años de edad, lo que sugiere que la ingesta de bebidas azucaradas durante la infancia y la infancia temprana puede influir en el consumo de este tipo de bebidas en la infancia tardía y en la adolescencia».

El Comité de Nutrición de ESPGHAN recomienda que la ingesta de azúcar libre se reduzca y limite a <5% de la ingesta energética para niños y adolescentes (edades ≥ 2-18 años). La ingesta de azúcar libre debe ser incluso menor en bebés y niños menores de 2 años.

Por tanto, ¿cómo se deben consumir los azúcares? La entidad señala que, siempre que sea posible, «el azúcar debe consumirse en su forma natural», es decir, a través de la leche materna, la leche y productos lácteos sin azúcar (por ejemplo, yogur natural) o las frutas frescas enteras. Deben dejarse de lado las bebidas azucaradas, zumos de frutas, batidos o bebidas y productos lácteos azucarados.

El Comité de Nutrición de ESPGHAN recuerda que el azúcar se debe consumir como parte de una comida principal y que a los bebés «no se les debe dar bebidas que contengan azúcar» mientras que a los niños «se les debe desanimar en el hábito de dormir tomando bebidas o leche azucaradas en biberón».

El agua, junto a los productos lácteos sin azúcar, es la bebida recomendada y la que debe sustituir a aquellos líquidos que contienen azúcar (bebidas azucaradas y zumos de fruta), así como a los batidos y alimentos a base de frutas (bebidas lácteas azucaradas, productos lácteos azucarados). «Los estudios han demostrado que reemplazar el azúcar libre con edulcorantes no nutritivos o no calóricos (edulcorantes artificiales, edulcorantes bajos en calorías y edulcorantes no calóricos) se asocia con un menor aumento de peso y valores de IMC más bajos a corto plazo, pero aun no se conoce bien el impacto de los edulcorantes sobre la salud metabólica a largo plazo», recuerdan los expertos.

A.M.

Fotografía: Unsplash

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