¡Vacaciones de verano! ¡Momento para el descanso! ¿o no? Observamos como la mayoría de los niños está disfrutando de su tiempo libre alrededor de la piscina, la playa o la montaña. Mientras en el interior de algunos hogares, otros menores tratan de leer en voz alta, despacio, señalando con el dedo cada una de las palabras y deteniéndose en cada punto.
Aunque pueda parecer una imagen poco convencional, es la tónica habitual de muchas familias españoles durante las vacaciones de verano: ¿padres e hijos unidos por un mismo hobbie: la lectura? Con algunos hijos este deseo será realidad, pero con otros no será posible. Por eso hay una estampa que se repite año tras año: la de los padres que desean aprovechan el verano para solventar las dificultades lectoras.
Pero cuando hay dificultades en la lectura, ¿qué debemos tener en cuenta? ¿Por qué a algunos les basta simplemente con sentarse a leer? Hace unas semanas que las notas de final de curso fueron entregadas a los más pequeños de la casa. Un alto porcentaje de estos niños fueron alentados a practicar durante el verano diferentes habilidades como, por ejemplo, el cálculo, la ortografía y, sobre todo, la lectura. Un entrenamiento necesario que les permitirán mejorar sus destrezas y solventar las dificultades que presentan en relación a su grupo de edad.
Por dónde empezar
En este momento, muchos padres y madres se están preguntando cuál es la mejor forma de llevar a cabo esta actividad. Según Carla A. Carvalho Gómez, psicóloga general sanitaria con formación específica en Neuropsicología y fundadora del portal Hablemos de Neurociencia, lo que hay que hacer en primer lugar es «tener en cuenta que las habilidades lectoras se pueden practicar de diferentes modos, no solo sentándose delante de una mesa a leer en voz alta».
Por ejemplo, sugiere, «si vamos al supermercado, podemos animarlos a que, junto a nosotros, lean las etiquetas de los diferentes productos o busquen el precio que le corresponde a cada uno de éstos. De esta forma, de manera lúdica también estamos poniendo en marcha todos aquellos procesos relacionados con la lectura. El baño también es otro momento del día que podemos aprovechar para poner en marcha estos procesos. Para ello, utilizaremos los productos de higiene como medio para mejorar las habilidades lectoras».
Asimismo, prosigue, «debemos tener en cuenta que la lectura, se relaciona con otras funciones cognitivas como, por ejemplo, la atención, la memoria o lenguaje. Funciones que, pueden entrenarse a través de distintos juegos de mesa…».
Podemos aprovechar, asimismo, «estos ratitos para pedirle a los pequeños que sean ellos los encargados de leer las instrucciones y, posteriormente, explicarlas al resto. De esta forma, además de trabajar las funciones cognitivas anteriormente citadas, al mismo tiempo, trabajamos de manera directa los mecanismos lectores y la autonomía».
Las nuevas tecnologías como aliadas
Aunque si bien es cierto que muchos padres son reacios a utilizar este tipo de metodologías para el aprendizaje de los más pequeños, lo cierto es que los avances realizados en el campo están permitiendo que, cada vez más, los beneficios extraídos de su utilización sean mayores. Por lo tanto, sugiere Carvalho, «animo a que investigues sobre diferentes aplicaciones que permitan a los niños desplegar todas sus habilidades. ¡Estoy segura de que los resultados os sorprenderán!».
Pero que esto no sea óbice, prosigue, para « abandonar abandonar las metodologías más convencionales. Por supuesto que no. Todo lo contario. Lo ideal sería combinarlas, siempre teniendo en cuenta una serie de consejos».
Estas serían las recomendaciones de la fundadora del portal Hablemos de Neurociencia:
1. Elegid conjuntamente el libro de lectura. Dejaros guiar por los gustos del niño o la niña. ¡Abandonemos las imposiciones!
2. Buscad un lugar tranquilo. Quizás la piscina, frente a otros niños, no sea el lugar ideal para el entrenamiento.
3. Evitad estímulos distractores. El salón de casa, mientras el hermano ve la televisión o juega, no es el lugar idóneo para desarrollar la actividad.
4. Instaurad una rutina. Estableced un acuerdo entre ambos para saber cómo y cuándo se desarrollará la actividad ¡Sin duda, esta es una de las premisas básicas! Aunque el verano se caracteriza por ser una época libre de horarios, existen ciertas actividades que si debemos temporalizar ¡Esta es un claro ejemplo!
La conclusión de esta experta es que «lo ideal es apostar por un entrenamiento basado en diferentes metodologías. Los procesos lectores pueden ponerse en marcha de diferentes modos ¡es hora de ponerse en marcha!».